“Un hogar no es un edificio, ni una calle ni una ciudad; no tiene nada que ver con cosas tan materiales como los ladrillos y el cemento. Un hogar es donde está tu familia.”

La familia es parte esencial de nuestras vidas, y la base de la sociedad. Consiste en el conjunto de individuos relacionados entre sí por parentesco de sangre, como madre, padre e hijos, o legal, como matrimonio o adopción.

Independientemente del tipo de familia que tengas, es importante mantener una buena relación con ella porque en ese contexto crecemos, aprendemos y nos desarrollamos como personas. Lo que suceda en casa se reflejará en nuestro actuar adulto, e incluso en la dinámica que tendremos con nuestra próxima familia.

Nadie puede elegir la familia en la que va a nacer, por lo que a veces la convivencia puede llegar a ser difícil, o al contrario, ser muy amena y sana. No te agobies si no es exactamente lo que tú quieres, hay que comprender que cada persona es diferente y por lo tanto tiene una percepción única de la vida. Al final del día es la unidad más importante de tu vida, y como todo ser humano, sólo buscamos sentir bienestar, apoyo y felicidad.

No es extraño no tener la mejor relación familiar, es común, por ejemplo, que los hijos no se lleven bien con los padres, y ¿quién no conoce a alguien que haya batallado con los suegros? El problema es que pequeños roces o situaciones pueden generar problemas de entendimiento a largo plazo, ya que se van acumulando rencores y opiniones negativas sin darles oportunidad de que salgan.

A continuación te ofrecemos consejos para mejorar la dinámica familiar, ya sea para remediar conflictos o para prevenirlos. 

Interésate en lo que hacen

Procura mantener el contacto con los miembros de tu familia, ya sea en persona (que sería lo ideal) o a través de llamadas, redes sociales, correo, etc. Es importante mostrarles que te interesa saber cómo están, qué está pasando en sus vidas, para que nunca olviden que tienen tu apoyo. Después de un tiempo te darás cuenta de que ellos comenzarán a tener las mismas atenciones contigo.

Expresa tus sentimientos

Todos necesitamos de vez en cuando que nuestros seres queridos nos digan que nos aman, ya que a veces podemos sentirnos muy desanimados por situaciones que suceden, o por problemas por los que estamos pasando. No siempre nos enteramos de cómo se están sintiendo los demás; un simple “te quiero”, “me gusta esto de ti”, o “gracias por ser…”, podría cambiar completamente el día de la persona.

Sé asertivo

No siempre coincidirás con los miembros de tu familia, y ¡es normal! No podemos cambiar la forma en la que otros piensan o actúan, pero sí podemos controlar la forma en la que nos dirigimos hacia ellos. Si surge algún mal entendido, hay que reflexionar sobre cómo tratamos o reaccionamos con esa persona: Prueba poniéndote en sus zapatos, tomando en cuenta la situación y sus sentimientos. 

Planea de qué forma te acercarás, tratando de usar la asertividad. Esto significa que debes dialogar de forma clara, positiva, adecuada y respetuosa, para alcanzar el entendimiento mutuo. Ten en cuenta que en muchas ocasiones las personas suelen reflejar nuestras propias posturas o actitudes; por ejemplo, si maldices y gritas, la otra persona también lo hará, o si le hablas con tranquilidad y tacto, responderá calmándose.

Por último, procura no involucrar a más de tu familia para que no se vean obligados a elegir una postura, y que el conflicto afecte a todos por completo.

Esperamos que estos consejos te hayan sido de ayuda, y recuerda: el amor sólo nace en un ambiente donde se acepten las diferencias personales, se toleren los errores, en donde la comunicación sea abierta y las reglas flexibles.

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